Tras la toma, el realizador se acercó al ayudante y le dijo:
-Está muy bien, pero ¿le puedes decir al perro que cuando se siente me guiñe un ojo a cámara y luego sonría a la vez que se saca un pitillo y se lo enciende? Ah, y que sea un poco más natural...
El ayudante se quedó en silencio asintiendo con la cabeza; tardó un océano de segundos hasta que consiguió articular
-Ahá, claro, ya te entiendo...
martes, 27 de noviembre de 2007
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